El tiburón víbora (Trigonognathus kabeyai), identificado y capturado por primera vez en 1936, ha sido una especie bastante elusiva y desde entonces en rara ocasión ha sido visto de nuevo.
De una apariencia bastante poco común: sus mandíbulas largas y estrechas, contienen hileras de dientes en forma de aguja y su apariencia remite, literalmente, a un tiburón con mezcla de víbora acuática. Y entre los pocos estudios que se han realizado sobre esta especie, se encuentra uno del 2003 en el que se examinaron 40 ejemplares; gracias a este se sabe que son peces que viven a profundidades de entre 270 y 360 metros, y raramente sube a la superficie.
También se sabe que tienen células que producen luz, llamadas fotóforos pues viven en la oscuridad y esto les ayuda a cazar y aparearse. También, se sabe que es un pez cartilaginoso, y es por eso que su piel cuenta con dentículos dérmicos en vez de escamas.
Este animal sólo ha aparecido en regiones del Océano Pacífico cercanas a las costas de Hawai, Japón o Taiwán. Se cree que migran hacia las profundidades durante la noche para obtener nutrientes y vuelven a la superficie durante el día para realizar fotosíntesis. Así que la fascinación por sus cualidades tan extraordinarias van más allá de su curiosa apariencia.