“Menos del 10 por ciento de las casi 300,000 especies de plantas con flores documentadas las producen azules”.
Nos acostumbramos a él, el color azul, porque es gran parte de nuestro entorno. Habitamos el planeta azul: la Tierra; y el cielo y el mar son azules. Pero si lo analizas, en realidad el azul es bastante extraño el resto de la natura.
La explicación para lo anterior, la extrañeza de la presencia del color azul en la naturaleza, está en la ciencia: desde la perspectiva de la química detrás de la producción de los colores y la física detrás de cómo los vemos.
El ojo humano es capaz de distinguir los colores gracias a entre 6 y 7 millones de células sensibles a la luz llamadas conos. De estas células, existen tres tipos, cada una de los cuales es más sensible a una longitud de onda de luz particular: rojo, verde o azul.
Ahora, cuando vemos el color azul, como en una flor o un zafiro brillante, estos están absorbiendo parte de la luz blanca que cae sobre ellos.
“Cuando ves una flor azul, por ejemplo, un aciano, ves el aciano azul porque absorbe la parte roja del espectro”, dice Kai Kupferschmidt, escritor y autor del libro ‘Azul’ el cual explica la ciencias detrás de este color.
En el caso de los minerales, para que se logre el color azul, tiene que pasar también algo poco usual y está relacionado con la diferencia de energía. Por ejemplo, en las estructuras cristalinas interactúan los iones que las constituyen: en el caso del lapizlázuli tres átomos de azufre unidos dentro de una red cristalina, que pueden liberar o unir un solo electrón. En estos casos, la diferencia de energía es lo que da lugar al color azul de su naturaleza.
Y, en el caso de los animales, la presencia del azul es aún más inusual: en las mariposas azules, las escamas de sus alas tienen nanoestructuras dispuestas en capaz que manipulan la luz y hacen que se cancelen algunos colores entre sí, dejando visible solo el azul.
En el caso de los guacamayos, por ejemplo, se debe también a que sus alas dispersan la luz.
¿Qué tal?
